El Juicio Venidero de los Secretos de los Hombres -"En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio." Romanos 2:16.

El Juicio Venidero de los Secretos de los Hombres



12 de Julio, 1885

por Charles Haddon Spurgeon

En el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Londres.
"En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio." Romanos 2: 16.

EXTRACTO:


Es imposible que alguien pudiera decir cuánto le costó al apóstol Pablo escribir el primer capítulo de la Epístola a los Romanos. Es una vergüenza tan sólo hablar de las cosas que son hechas por los viciosos en los lugares secretos; pero Pablo sentía que era necesario que se despojara de su vergüenza, y que hablara claro en lo concerniente a los horrendos vicios de los paganos.

Lo escribió bajo la guía del Espíritu Santo. Pablo sabía que debía ser escrito para avergonzar a las abominaciones de una época que casi desconocía la vergüenza. Los monstruos que se deleitan en las tinieblas deben ser arrastrados al lugar abierto para que sean marchitados por la luz. 

 "aunque otros lo rechacen, yo estoy seguro de él, y no permito que ninguna sombra de desconfianza oscurezca mi mente. Para mí, son nuevas de gran gozo: lo saludo como 'mi evangelio'. Si soy llamado necio por sostenerlo, estoy contento de ser necio y de encontrar toda mi sabiduría en mi Señor." "Si todas las formas que los hombres inventen. Asaltaran mi fe con arte traicionero, Yo las llamaría vanidad y mentiras,Y ataría el Evangelio en mi corazón."


"Mi evangelio". ¿Acaso no muestra esto su valor? Era como si dijera: "No me avergüenzo del evangelio de Cristo: porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree." Pablo dice: "mi evangelio", igual que un soldado habla de "mis colores", o de "mi rey". Resuelve portar este estandarte hasta la victoria, y servir a esta verdad real incluso hasta la muerte. 



Vayamos de inmediato a nuestro texto. No requerirá que lo dividamos, pues él solo se divide. Primero, vamos a considerar que en un cierto día, Dios juzgará a la humanidad; en segundo lugar, en aquel día, Dios juzgará los secretos de los hombres; en tercer lugar, cuando Él juzgue los secretos de los hombres, lo hará por medio de Jesucristo; y, en cuarto lugar, esto es de conformidad al Evangelio.

I. Comenzamos con una verdad solemne: que EN UN CIERTO DÍA, DIOS VA A JUZGAR A LOS HOMBRES. Un juicio está teniendo lugar diariamente. Dios mantiene continuamente un juicio en plena sesión, y está considerando las obras de los hijos de los hombres. Cada acción malvada que realizan queda documentada en el registro de la condenación, y cada buena acción es recordada y atesorada por Dios. 

Ese juicio es reflejado en alguna medida en la conciencia de los hombres. Aquellos que conocen el Evangelio, y quienes no lo conocen, de igual manera, tienen una cierta medida de luz, por medio de la cual saben lo que es bueno y lo que es malo; sus conciencias los están acusando o excusando todo el tiempo. 


Hay un juicio que es realizado sobre las naciones, pues como las naciones no existirán como tales en el otro mundo, tienen que ser juzgadas y castigadas en este presente estado. Dominios colosales se han marchitado hasta el suelo, cuando fueron sentenciados por el Rey de reyes. 

¿Qué somos nosotros? ¿Qué hay en nuestra jactanciosa raza para que monopolicemos el favor de Dios? Si nos rebelamos, y pecamos contra Él, Él no nos considerará sin culpa, sino que impartirá una justicia imparcial a una raza ingrata. 


Pues se nos asegura solemnemente eso en la Santa Escritura. Como aceptamos este Libro como la revelación de Dios, sabemos, más allá de toda duda, que un día ha sido establecido en el que el Señor juzgará los secretos de los hombres. 

Entonces se emitirá un emplazamiento, ordenando a todos los hombres que se presenten a juicio, para rendir cuentas finales. 

Juan dice: "Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios"; y luego agrega: "Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos." Aquellos que han estado muertos por tanto tiempo que su polvo está mezclado con la tierra, y ha padecido miles de transmutaciones, serán llevados a vestir una apariencia personal delante del tribunal de Cristo. 

Entonces el propio Juez grandioso pronunciará sentencia contra los malvados, y ejecutará su castigo. Ninguna parcialidad será vista allí; no habrá ninguna conferencia privada que garantice la inmunidad para los nobles, ni ninguna mitigación de los asuntos para que los grandes hombres puedan escapar de la sentencia por sus crímenes. Todos los hombres estarán delante del gran tribunal; allí será proporcionada la evidencia en contra de todos ellos, y una justa sentencia saldrá de la boca de Aquel que no sabe cómo halagar a los grandes. 

ara la manifestación de Su santidad, para la confusión de Sus adversarios, para recompensa de aquellos que le han servido fielmente, tiene que haber y habrá un día en el que Dios juzgue al mundo. 

¿Por qué no llega de inmediato? Y, ¿cuándo llegará? No podemos indicar una fecha precisa. Ni el hombre ni el ángel conocen ese día, y es vano y profano tratar de adivinarlo, puesto que incluso el Hijo del hombre. Ustedes habrán de morir, tal vez, antes de la aparición del Hijo del hombre; pero verán Su tribunal a pesar de ello, pues resucitarán de nuevo como Él resucitó. 


¿Acaso no pueden ver, oh ustedes impenitentes, que un Salvador resucitado es la señal de su condenación? Así como Dios levantó a Jesús de los muertos, Él también levantará sus cuerpos, para que en esos cuerpos se presenten a juicio. Delante del tribunal, cada hombre y cada mujer presentes en esta casa, rendirán cuentas de las cosas que hicieron en el cuerpo, sean buenas o sean malas. Así dice el Señor. 



II. Ahora les pido su atención al hecho de que "DIOS JUZGARÁ LOS SECRETOS DE LOS HOMBRES." Esto sucederá a todos los hombres, de toda nación, de toda edad, de todo rango, y de todo carácter. Por supuesto que el Juez juzgará sus actos externos, pero podría decirse que estos actos iban delante de ellos al juicio: sus actos secretos son especialmente mencionados porque estos harán que el juicio sea más escudriñador. Por "los secretos de los hombres" la Escritura quiere decir aquellos crímenes secretos que se ocultan por su propia infamia, que son demasiado viles para ser comentados, que causan un escalofrío que recorre a toda una nación si fuesen arrastrados, como deberían serlo, a la luz. 

i se sientan aquí, en medio del pueblo de Dios, y, sin embargo, allí donde nadie los ve, están viviendo en la deshonestidad, o en la infidelidad, o en la inmundicia, todo será sabido, y la vergüenza y la confusión de rostro los cubrirán eternamente.

Nuestro texto se refiere especialmente a los motivos ocultos de cada acción; pues un hombre podría hacer lo que es correcto por un motivo equivocado, y así, el acto podría ser malo a los ojos de Dios, aunque parezca recto a los ojos de los hombres. 


Todas las iras, y las envidias, y las soberbias y las rebeliones del corazón: ¡qué revelación constituirán todas estas cosas!Todos los deseos sensuales y las imaginaciones incluso de los más controlados, ¡con qué suciedad se mostrarán! ¡Qué día será aquel, cuando los secretos de los hombres sean expuestos a la plena luz del mediodía!Dios también revelará secretos que lo eran incluso para los propios pecadores, pues hay pecados en nosotros que no hemos visto nunca, y hay iniquidad en nosotros que no hemos descubierto todavía. Nos hemos ingeniado, -para nuestro propio consuelo- para cerrar nuestros ojos de alguna manera, y nos cuidamos de apartar nuestra mirada de las cosas que son inconvenientes de ser vistas; pero seremos forzados a ver todos estos males en aquel día, cuando el Señor juzgue los secretos de los hombres. 

Nosotros establecemos una diferencia entre pecados secretos y públicos, pero Dios no; pues todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquel con quien tenemos que tratar.

Además, las cosas secretas de los hombres penetran en la propia esencia de sus acciones. Después de todo, una acción es buena o mala dependiendo en mucho de su motivo. Podría parecer buena, pero el motivo podría contaminarla; y así, si Dios no juzgase la parte secreta de la acción, no juzgaría justamente. Él pesará nuestras acciones, y detectará el designio que nos condujo a ellas, y el espíritu que las promovió. 

Hermanos, tenemos que tratar con un Dios omnisciente; con un Ser que una vez que sabe algo nunca lo olvida; con un Ser ante quien todas las cosas están siempre presentes


III. Otra solemne revelación de nuestro texto yace en este hecho: "DIOS JUZGARÁ POR JESUCRISTO LOS SECRETOS DE LOS HOMBRES." Quien se sentará en el trono como Viceregente de Dios, y como un Juez, actuando por Dios, será Jesucristo. ¡Qué nombre para un Juez! El Salvador-Ungido, Jesucristo: Él será el Juez de toda la humanidad. Nuestro Redentor será el árbitro de nuestro destino. 


Esto será, no lo dudo, primero, para el despliegue de Su gloria. ¡Qué diferencia habrá entonces entre el bebé del pesebre de Belén, perseguido por Herodes, llevado de noche a Egipto en busca de refugio, y el Rey de reyes y Señor de señores, delante de Quien se doblará toda rodilla! ¡Qué diferencia entre el hombre cansado y lleno de aflicciones, y Aquel que será entonces ceñido de gloria, sentado en un trono circundado por un arcoíris! 

Él juzgará a las naciones, el mismo a Quien las naciones aborrecieron. Los quebrantará con vara de hierro, como vasija de alfarero los desmenuzará, a aquellos mismos que le desecharon como indigno de vivir entre ellos. ¡Oh, cómo deberíamos postrarnos delante de Él ahora, cuando se revela en Su tierna simpatía, y en Su generosa humillación! Honremos al Hijo, para que no se enoje; entreguémonos a Su gracia, para que no seamos aplastados por Su ira. Ustedes, pecadores, póstrense delante de esos pies traspasados, que de otra manera los hollarán como racimos en el lagar. Mírenlo a Él con llanto, y confiesen su negligencia en cuanto a Él, y pongan su confianza en Él, no sea que Él los mire con indignación.Oh, recuerden que Él dirá un día: "Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí." Que el Señor Jesús sea responsable del juicio, acrecentará grandemente Su gloria.



Él recibe este excelso oficio, no sólo como un recompensa por todos Sus dolores, y como una manifestación de Su gloria, sino también porque los hombres han estado sujetos a Su influencia mediadora, y Él es su Gobernador y Rey. En el momento presente todos nosotros estamos bajo el influjo del Príncipe Emanuel, Dios con nosotros: hemos sido colocados por un acto de la clemencia divina, no bajo el inmediato gobierno de un Dios ofendido, sino bajo el dominio reconciliador del Príncipe de Paz. "Toda potestad le es dada en el cielo y en la tierra." "El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre."Él recibe este excelso oficio, no sólo como un recompensa por todos Sus dolores, y como una manifestación de Su gloria, sino también porque los hombres han estado sujetos a Su influencia mediadora, y Él es su Gobernador y Rey. En el momento presente todos nosotros estamos bajo el influjo del Príncipe Emanuel, Dios con nosotros: hemos sido colocados por un acto de la clemencia divina, no bajo el inmediato gobierno de un Dios ofendido, sino bajo el dominio reconciliador del Príncipe de Paz. "Toda potestad le es dada en el cielo y en la tierra." "El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre."

No, Dios juzgará los secretos de los hombres por medio de Jesucristo, que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.

 Será el amoroso Cristo, cuyas lágrimas, y sudor sangriento y las abiertas heridas, atestiguan Su hermandad con la humanidad; y será claro para todas las inteligencias que, a pesar de lo terrible de Sus sentencias, no pudo ser inmisericordioso. Dios nos juzgará por Jesucristo, para que el juicio sea indisputable.  
ABOGADO Y JUEZ QUE HA SIDO DESIGNADO

Si tu Salvador ha de convertirse en tu juez, en verdad serás juzgado. Si Él dijera: "Apartaos… malditos", ¿quién podría llamarlos para que regresen? Si el que se desangró para salvar a los hombres llega finalmente a esta conclusión: que no hay nada más que hacer, sino que deben ser apartados de Su presencia, entonces adiós a la esperanza. Para los culpables, el juicio en verdad será un
"Un grandioso día de espanto, decisión y desesperación."



dirán solemnemente a los malvados: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles." Ser hollado bajo el pie que fue clavado a la cruz, equivaldrá en verdad a ser aplastado: sin embargo, así será, ya que Dios juzgará los secretos de los hombres por Jesucristo. 

IV. Habré concluido cuando me hubieren tenido paciencia un minuto o dos en cuanto a mi siguiente punto, que es: y TODO ESTO ES DE ACUERDO AL EVANGELIO. Es decir, no hay nada en el Evangelio que sea contrario a esta solemne enseñanza. Los hombres se reúnen con nosotros para oírnos predicar sobre la infinita misericordia, y hablar del amor que borra el pecado; y nuestra tarea es gozosa cuando somos llamados a predicar un mensaje así; pero, oh, señores, recuerden que nada de nuestro mensaje trata con ligereza al pecado. El Evangelio no les ofrece ninguna oportunidad de continuar en el pecado, y escapar sin castigo. 

El Evangelio es tan ciertamente una espada aguda de dos filos contra el pecado, como pudiera serlo jamás la ley. Hay gracia para el hombre que abandona su pecado, pero hay tribulación e ira sobre cada hombre que hace el mal. 


"Conforme a mi evangelio", y quiso decir que el juicio es una parte esencial del credo del Evangelio. Si yo tuviera que resumir el Evangelio, tendría que decirles ciertos hechos: Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre; nació de la virgen María; vivió una vida perfecta; fue acusado falsamente por los hombres, fue crucificado, muerto y sepultado; al tercer resucitó de los muertos; ascendió al cielo y está sentado a la diestra de Dios; desde donde también vendrá para juzgar a los vivos y a los muertos.


La doctrina del juicio venidero es el poder mediante el cual los hombres han de ser despertados. Hay otra vida; el Señor vendrá una segunda vez; el juicio llegará; la ira de Dios será revelada.


 Oh santos, vengan a ocultarse ustedes también bajo el dosel carmesí del sacrificio expiatorio, para que estén ahora listos a darle la bienvenida a su Señor que desciende y escoltarlo hasta Su tribunal.  












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