ESCOLASTICA
Escolástica
La escolástica (del latín scholasticus, y éste a su vez del griego σχολαστικός ‘aquel que pertenece a la escuela’) es una corriente teológica y filosófica que utilizó parte de la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo.
La escolástica fue la corriente teológico-filosófica dominante del pensamiento medieval, tras la patrística de la Antigüedad tardía, y se basó en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía una clara subordinación de la razón a la fe (Philosophia ancilla theologiae ‘la filosofía es sierva de la teología’).
Dominó en las escuelas catedralicias y en los estudios generales que dieron lugar a las universidades medievales europeas, en especial entre mediados del siglo XI y mediados del XV.
Su formación fue, sin embargo, heterogénea, ya que acogió en su seno corrientes filosóficas no sólo grecolatinas, sino también árabes y judaicas. Esto causó en este movimiento una fundamental preocupación por consolidar y crear grandes sistemas sin contradicción interna que asimilasen toda la tradición filosófica antigua. Por otra parte, se ha señalado en la escolástica una excesiva dependencia del argumento de autoridad y el abandono de las ciencias y el empirismo.
Pero la Escolástica también es un método de trabajo intelectual: todo pensamiento debía someterse al principio de autoridad, y la enseñanza se podía limitar en principio a la repetición de los textos antiguos, y sobre todo de la Biblia (principal fuente de conocimiento). A pesar de todo ello, la escolástica incentivó la especulación y el razonamiento, pues suponía someterse a un rígido armazón lógico y una estructura esquemática del discurso que debía exponerse a refutaciones y preparar defensas.
Alta escolástica
Se denomina «alta escolástica» la que tuvo lugar durante los siglos XI y XV, periodo caracterizado por las grandes cruzadas, el resurgimiento de las ciudades y por un centralismo del poder papal que desembocó en una lucha por las investiduras.
Evolución
Ideológicamente la escolástica evolucionó en tres fases, a partir de la inicial identificación entre razón y fe, ya que para los religiosos el mismo Dios es la fuente de ambos tipos de conocimiento y la verdad es uno de sus principales atributos, de forma que Dios no podía contradecirse en estos dos caminos a la verdad y, en última instancia, si había algún conflicto, la fe debía prevalecer siempre sobre la razón, así como la teología sobre la filosofía.
De ahí se pasó a una segunda fase en que existía la conciencia de que la razón y la fe tenían sólo una zona en común.
Por último, ya a fines del siglo XIII y comienzos del siglo XIV, en una tercera fase, la separación y divorcio entre razón y fe fueron mayores, así como entre filosofía y teología.
Cronológicamente pueden distinguirse fundamentalmente tres épocas:
- Desde el comienzo del siglo IX al fin del siglo XII la escolástica está marcada por la polémica cuestión de los universales, que opone a los realistas encabezados por Guillermo de Champeaux, a los nominalistas representados por Roscelino y a los conceptualistas guiados por Pedro Abelardo.
- Del siglo XII al fin del siglo XIII tiene lugar la entrada de Aristóteles, primero indirectamente a través de los filósofos judíos y árabes, especialmente Averroes, pero en seguida directamente traducido del griego al latín por Alberto Magno y por Guillermo de Moerbeke, secretario de Tomás de Aquino.
- La tercera abarca todo el siglo XIV: Guillermo de Ockham se decanta por los nominalistas y se opone al tomismo distinguiendo la filosofía de la teología.
Filosofía y cristianismo
Uno de los primeros puntos que deben tenerse en cuenta es la influencia que filósofos como Aristóteles y Platón han tenido en la formación de las ideas fundamentales del cristianismo, tanto en el pensamiento desarrollado durante los primeros siglos de esta era por los Padres de la Iglesia, como en el apogeo de su filosofía con la escolástica, en el periodo comprendido entre los siglos XI y XIII.1
Desde sus comienzos, el cristianismo ha visto a la filosofía como un medio propicio para entender y profundizar el misterio revelado por la fe.
Todas aquellas verdades que podemos conocer a través de nuestras experiencias deben ser alcanzadas mediante el recto uso de la razón, pero respecto de aquellas que nos han sido reveladas, esta debe ir detrás de la fe, la filosofía debe ponerse al servicio de la teología.
Sin duda, todas estas cuestiones se mantienen en la filosofía cristiana hasta nuestros días y es quizás ésta una prueba histórica de que la verdad de la religión cristiana no es extraña a la razón del hombre, sino que, por el contrario, ella revela su origen más profundo.
Siglos IX al XII: la cuestión de los universales
Anselmo de Canterbury
La figura más descollante de esta época fue san Anselmo de Canterbury (1033-1109). Considerado el primer escolástico, sus obras Monologion y Proslogion tuvieron una gran repercusión, centrada sobre todo en su debatido argumento ontológico para probar la existencia de Dios.
Pedro Abelardo
Pedro Abelardo (1079-1142) renovará la lógica y la dialéctica y creará el método escolástico de la quaestio —un problema dialecticum— con su obra Sic et non.
Escuela de Chartres
En el siglo XII, la Escuela de Chartres se renueva con las figuras de Bernardo de Chartres (muerto en 1124), Thierry de Chartres, Bernardo Silvestre y Juan de Salisbury. Influidos por el neoplatonismo, el estoicismo y la ciencia árabe y judía, su interés se centró fundamentalmente en el estudio de la naturaleza y en el desarrollo de un humanismo que entrará en conflicto con las tendencias místicas de la época representadas por Bernardo de Claraval (1091-1153).
Hugo de San Víctor, sin embargo, llevará a cabo una conciliación entre misticismo y escolasticismo, siendo además el primero que escribió una Summa teologica (Suma de Teología) en la Edad Media.
Siglo XIII: apogeo de la escolástica
El apogeo de la escolástica coincide con el siglo XIII, en que se fundan las universidades y surgen las órdenes mendicantes (dominicos y franciscanos, mayormente), de donde procederán la mayoría de los teólogos y filósofos de la época.
Dominicos y franciscanos
Los dominicos asimilaron la filosofía de Aristóteles a partir de las traducciones e interpretaciones islámicas de Avicena y Averroes. Los franciscanos seguirán la línea abierta por la patrística, y asimilarán el platonismo, que era mucho más armonizable con los dogmas cristianos.
Entre los franciscanos destacan Alejandro de Hales, san Buenaventura (1221-1274) y Robert Grosseteste, aunque este último perteneció también a la Escuela de Oxford, mucho más centrada en investigaciones científicas y en el estudio de la naturaleza y una de cuyas principales figuras fue Roger Bacon (1210-1292), defensor de la ciencia experimental y de la matemática.
Alberto Magno
Alberto Magno fue el primero en introducir y articular con la fe los textos aristotélicos. Fue profesor de Santo Tomás de Aquino. Alberto nació alrededor del año 1206 en Lauingen (hoy, Alemania), cerca del Danubio; hizo sus estudios en Padua y en París. Ingresó a la Orden de Predicadores, en la que ejerció con éxito el profesorado en varios lugares. Ordenado obispo de Ratisbona, puso todo su empeño en pacificar pueblos y ciudades. Es autor de importantes obras de teología, como también de muchas sobre ciencias naturales y sobre filosofía. Murió en Colonia el año 1280.
Tomás de Aquino
Sin duda, el máximo representante de la teología dominica y en general de la escolástica es santo Tomás de Aquino (1225-1274). En su magna obra Summa teologica o Summa Theologiae aceptó el empirismo aristotélico y su teoría hilemórfica y la distinción entre dos clases de intelectos.2 De la filosofía árabe, Avicena tomó la distinción (ajena a los griegos) entre ser de esencia y el ser. Dios se hace comprensible únicamente a través de una doble analogía.3
Elaboró así una fusión platónico-aristotélica, el tomismo, que con sus argumentos cosmológicos para demostrar la existencia de Dios: las cinco vías ha sido la base fundamental de la filosofía cristiana durante muchos siglos. La demarcación entre filosofía y creencia religiosa llevada a cabo por Tomás de Aquino iniciará el proceso de independencia de la razóna partir del siglo siguiente y representará el fin de la filosofía medieval y el comienzo de la filosofía moderna.
El Uso de Tomás de Aquino y Aristóteles en la Tradición Reformada
Ocasionalmente se percibe en la teología protestante contemporánea, la tendencia, a evitar los escritos de Aristóteles y las enseñanzas de Tomás de Aquino. Incluso podemos encontrar, entre algunos teólogos protestantes evangélicos, una desatada hostilidad hacia el uso de Aquino y Aristóteles en la teología evangélica. Algunos incluso condenan a los (muy pocos) que voluntariamente enseñan y dependen de las obras de Aristóteles y Aquino. Debido a esta tendencia, me propongo en este breve artículo dar un paso preliminar hacia un enfoque protestante más equilibrado a la hora de acercase a las obras de Aristóteles y de Tomás de Aquino. Vamos hacer esto demostrando que, lejos de ser contrario al espíritu de la Reforma Protestante, el uso de estos dos grandes pensadores, puede ser tanto beneficioso y útil para el desarrollo y defensa de la teología protestante evangélica ¿Cómo podemos demostrar esta hipótesis?
El primer paso, que sugiero para demostrar dicha hipótesis, es mostrar que los mismos teólogos que iniciaron la Reforma Protestante y que le proporcionaron su forma mas duradera, no solo utilizaron a Aristóteles y Tomás de Aquino, sino que, de hecho, su teología dependía en varias formas de estos hombres. Para ello vamos a expresar con claridad las principales premisas que un argumento de esta naturaleza requiere y también a considerar, de forma breve, aquellos hechos de la historia que pueden apoyar las premisas de tal argumento. Esto se hará señalando algunas de las investigaciones más recientes sobre la relación entre Tomás de Aquino, Aristóteles y los reformadores. También tomaremos en cuenta la continua interacción de la teología reformada con Aquino y Aristóteles.
— Nuestra Proposición
Considere las siguientes afirmaciones. En primer lugar, hay algunas verdades del cristianismo que los reformadores consideraban necesarias para la ortodoxia. Es decir, para ser verdaderamente cristiano se debe aceptar/afirmar, una cierta cantidad de doctrinas. Estas doctrinas son con frecuencia explicadas y defendidas en los escritos de los primeros reformadores. En este sentido, para ser verdaderamente ortodoxo, ya sea como pensador reformado contemporáneo, teólogo o filósofo, uno debe afirmar esas verdades doctrinales. En segundo lugar, podríamos proponer, que los primeros reformadores utilizaron e incluso dependían de los escritos y las ideas de Aristóteles y Tomás Aquino, con el fin de explicar y defender esas mismas doctrinas que se consideran necesarias para la ortodoxia.
Si estas dos primeras afirmaciones son verdaderas, entonces, nosotros sugerimos, que con el fin de mantener la ortodoxia, podemos y, tal vez debamos usar (es decir, tenemos el derecho de interaccionar con esos mismos escritos e ideas), e Incluso depender de los escritos y enseñanzas de Aristóteles y Tomás de Aquino para defender y articular esas mismas doctrinas.
En lo que sigue, vamos a demostrar que los primeros reformadores, en sus escritos, utilizaron y dependieron de las ideas de Aristóteles y Tomás de Aquino para así articular y defender doctrinas que consideraban necesarias para la creencia cristiana ortodoxa. Si tenemos éxito, entonces parece que podemos decir, que si queremos permanecer fieles al espíritu de la Reforma, y queremos permanecer dentro de los límites de la ortodoxia, podemos (y de hecho debemos) también usar y depender de los escritos e ideas de Aristóteles y Tomás de Aquino. Aquí nuestro argumento indispensable:
- 1. Hay algunas doctrinas del cristianismo que los reformadores consideraban como necesarias para la ortodoxia.
- 2. Los reformadores usaban e incluso dependían de los escritos e ideas de Aristóteles y Tomás de Aquino para explicar y defender adecuadamente aquellas mismas doctrinas que consideraban necesarias para la ortodoxia.
- 3. Si estas dos primeras afirmaciones son verdaderas, entonces, nosotros sugerimos, que con el fin de mantener la ortodoxia, podemos y, tal vez debamos, usar (es decir, tenemos el derecho de interaccionar con esos mismos escritos e ideas), e Incluso depender de los escritos y enseñanzas de Aristóteles y Tomás de Aquino para defender y articular esas mismas doctrinas.
- 4. Por lo tanto, si las dos primera premisas son correctas, podemos decir:
- 5. Que para permanecer dentro de los límites de la ortodoxia, podemos también usar (es decir, tenemos el derecho de interaccionar con esos mismos escritos e ideas) e Incluso depender de los escritos y enseñanzas de Aristóteles y Tomás de Aquino para defender y articular esas mismas doctrinas.
— Primera Premisa
La primera premisa parece ser bastante obvia, y, como tal, no necesita defensa. Sin embargo, es importante, antes de pasar a considerar la segunda premisa, que se tenga en cuenta algunas de esas doctrinas que deben ser afirmadas con el fin de ser considerado ortodoxo. Una breve consideración de la Confesión de fe de Westminster nos proporciona, entre otras cosas, una serie de importantes afirmaciones acerca de Dios, la naturaleza divina, la soberanía divina y la causalidad, la Trinidad, cómo el hombre conoce a Dios, el Pecado y la Salvación. Estas afirmaciones se consideran necesarias para la ortodoxia, su negación es ser parte de la heterodoxia.
Una breve lista de doctrinas, que son especialmente relevantes para la discusión en mi página de web personal, están incluidas, pero ciertamente no se limitan allí: (1) Dios (sobre la base de la segunda y tercera sección del capítulo dos de la confesión de fe de Westminter) es infinito en su ser y perfección, un espíritu sumamente puro, invisible, sin cuerpo, partes, o pasiones, inmutable, inmenso, eterno, incomprensible, todopoderoso, sumamente sabio, sumamente santo, sumamente libre, sumamente absoluto, Su conocimiento es infinito, infalible e independiente de la criatura, entre otras cosas. (2) Los seres humanos caídos pueden (en base a la primera sección del primer capítulo de la confesión de fe de Westminter), a través de la facultades de la razón dada por Dios y sus observaciones sobre la creación divina, la providencia y la conciencia humana, llegar a conocer algo al respecto de Él. Por lo menos, la bondad, la sabiduría y el poder de Dios, esto es lo que Calvino, en los Institutos, llama el conocimiento de Dios como Creador, y es el conocimiento adquirido a través de Theologia Naturalis Tal conocimiento no es suficiente para la salvación, pero es conocimiento del único Dios verdadero. Podríamos añadir más doctrinas, pero éstas bastarán por el momento.
— Segunda Premisa
La segunda premisa expresa lo siguiente: los reformadores reconocieron que había ciertas doctrinas, donde lo explicado por Aquino y Aristóteles, era necesario para la formulación de la creencia cristiana ortodoxa. Otra forma de expresar este punto es decir que los Reformadores originales se percataron de que no tenía sentido tirar al bebé con el agua sucia del baño. Y como tal, en su defensa de la reforma, utilizaron y dependieron de esas verdades que habían sido Abordadas por los teólogos y filósofos antes de la reforma. De hecho, uno podría sugerir que es debido a su comprensión del cristianismo y de la realidad, obtenidos a través de lecturas y estudios de, por ejemplo, Aquino y Aristóteles, que se convirtieron en “reformados”.
Ahora bien, si hay algunas verdades sobre Dios y la realidad que son necesarias para la Ortodoxia, y estas verdades fueron desarrolladas, mejor explicadas y defendidas por Aristóteles y Tomás de Aquino, entonces no debemos sorprendernos al descubrir que los reformadores magisteriales, reconociendo esas verdades, utilizaron a (y, de hecho, dependían) Aquino y Aristóteles en su articulación y defensa de esas mismas doctrinas. Si lo hicieron, se sugiere que para permanecer dentro de los límites de la ortodoxia, podemos también usar (es decir, tenemos el derecho de interaccionar con esos mismos escritos e ideas) e Incluso depender de los escritos y enseñanzas de Aristóteles y Tomás de Aquino para defender y articular esas mismas doctrinas. Por otro lado, podríamos añadir que si los padres de la Reforma pensaban que un escritor particular era una buena referencia para sus propias articulaciones y defensas de la teología de la Reforma, y nosotros estamos tratando de emular en algún sentido a ellos, se sigue que, parece natural aceptar el mismo autor como una buena referencia para nuestra propia teología.
— Tercera Premisa
El demostrar la tercera premisa puede parecer una tarea descomunal y de hecho lo es. Por lo tanto esto es un primer paso para demostrar a los protestantes contemporáneos que deben utilizar y depender de Aristóteles y de Tomás de Aquino. Esta sección necesariamente sólo proporcionará un resumen de las investigaciones recientes en algunas áreas, suponiendo que el lector será capaz de perseguir, por sí mismo, las líneas de pensamiento aquí presentadas. A modo de primera aventura en la defensa de esta tercera premisa, señalaremos, en primer lugar, el hecho de que los primeros reformadores usaron la Triplex Via (el método que fue articulado y utilizado por Tomás de Aquino y otros padres de la iglesia a lo largo de la historia, para desarrollar y defender los atributos de Dios que mencionamos anteriormente). Mostraremos algunas investigaciones recientes que parecen demostrar que Juan Calvino y, incluso, Martín Lutero, usaron (y dependieron de) algunas de las ideas de Aristóteles y Tomás de Aquino. Finalmente, presentaremos algunas investigaciones recientes que demuestran que muchos teólogos influyentes de la Reforma (desde la época de Calvino y Lutero, como Pedro mártir Vermigli y Jerónimo Zanchi, hasta la actualidad) utilizaron y dependieron de los escritos y pensamientos de Aristóteles y Tomás de Aquino. Cabe destacar que la tercera premisa es un punto de vista puramente histórico y, de hecho, lo que nos proponemos aquí es un argumento basado en la historia. Dicho esto, vamos a desglosar y comenzar por la Triplex Via.
El uso Reformado de Aristóteles y Aquino:
El uso de Aristóteles
Ahora observaremos cómo los teólogos de la Reforma, como Martín Lutero y Juan Calvino, usaron los escritos e ideas de Aristóteles (y Tomás de Aquino). Y posteriormente mostrar que otros teólogos de la reforma continuaron su uso (de Aristóteles y Aquino) tantos contemporáneos con Lutero y Calvino así como de los años posteriores a la reforma. Para comenzar, Señalemos junto a Richard Muller (Profesor de Teología Histórica en Calvin Theological Seminary) que Martín Lutero y Juan Calvino utilizaron las obras y enseñanzas de Aristóteles e incluso hubo una dependencia (Aquellos que han estudiado los trabajos de Tomas Aquino también reconocen que estos mismos puntos fueron también afirmados por él). En cuanto a Lutero, que es conocido por sus frecuentes recomendaciones para deshacerse de los escritos de Aristóteles, Muller demuestra que Lutero usó con frecuencia y se refirió a, las cuatro causas de Aristóteles, las teorías morales que se encuentra en la Ética a Nicómano, así como los escritos del organon (incluyendo el análisis, la retórica, entre otros).
Sobre Calvino, Muller indica que este gran reformador con frecuencia invoca teorías y conceptos Aristotélicos (Por ejemplo, en su escrito sobre la libertad de la voluntad),“Para indicar la oposición entre la necesidad y ‘la existencia de posibilidades alternativas’.” Calvino “cita la Ética a Nicómaco, con el fin de argumentar que la incapacidad no elimina la responsabilidad.”Calvino también utiliza, “la distinción aristotélica entre materia y forma”, y el enfoque aristotélico de causalidad a través de las cuatro causas, los argumentos de Aristóteles respecto al primer motor, Así como la psicología de Aristóteles. Donnelly explica que teólogos escolásticos reformados (de la época de Calvino y Lutero hasta la actualidad) han construido su teología sobre ideas que son “en gran parte tomadas de Aristóteles.”Observemos, por ejemplo, como en las instituciones Calvino utiliza conceptos de Aristóteles para mostrar que la existencia misma de la humanidad es la evidencia de la sabiduría creadora de Dios . Como es bien sabido, Calvino aplaude las grandes obras literarias del pasado (como Platón y Aristóteles), señalando que tienen el poder de mover el alma, pero, que las Sagradas Escrituras están en una posición completamente diferente. Para algunos, esto es como una señal de que Calvino pensaba que leer a estos autores era una pérdida de tiempo o cosa de poca productividad, pero eso es no entender y malinterpretar su declaración. Decir que X es infinitamente mayor que Y, no es lo mismo que decir que Y no vale nada. Más bien, decir que Y es de gran valor, pero que X es infinitamente mayor que Y, no es disminuir a Y, sino glorificar X. Debería ser obvio, entonces, que Calvino tenía un gran aprecio por las obras de Platón y Aristóteles. Finalmente, en la discusión de Calvino sobre el cuerpo y el alma (y sobre la inmortalidad del alma), señala al lector las obras de Aristóteles, Cicerón y otros autores de la antigüedad, para un acercamiento más elaborado y profundo al tema del dormir Podríamos continuar, pero no hay necesidad.
En cuanto a otros teólogos reformados, Richard A. Muller, en uno de sus artículos, muestra que Francis Turretin en su construcción de una teología reformada coherente/concisa, a menudo fue conducido “primero a Aristóteles y la filosofía clásica y segundo a los escolásticos medievales”. En esa exposición de la teología de Turretin se muestra que él construye sus estudios de teología en interacción constante (a veces positiva, a veces negativa) con los escritos de Aristóteles y de Tomás de Aquino. Con esta nota, pasemos al uso reformado de Tomás de Aquino.
El Uso de Aquino
Es un hecho histórico que los teólogos reformados le dieron un cierto uso a los escritos de Aristóteles, pero ¿qué acerca de Tomás de Aquino? Se nos ha dicho, con bastante frecuencia, que la Reforma fue una reacción contra la teología que fue desarrollada por Tomás de Aquino. La realidad es que una descripción de la reforma de este tipo es falsa debido a que es imprecisa; y, al aceptar una descripción de la reforma de este tipo, se debe cegar la realidad de la Reforma histórica. Muller enseña que “ciertamente es inexacto afirmar que la Reforma, ya sea en la forma dada por Lutero o por Zuinglio o por cualquier otro de los primeros reformadores, fue una reacción contra el tomismo… No fue el tomismo lo que produjo la excesiva especulación y mucho menos el semi-pelagianismo que los primeros reformadores habían atacado en sus escritos (polémicos). Al contrario, existen importantes matices tomistas en la exégesis de Martín Bucero(que fue, después de todo, entrenados como Domínico), y hay suficientes ecos tomistas en la ideas de Vermigli para ser caracterizado como ‘reformado tomista’ ” De hecho, Arvin Vos, en su libro Aquinas, Calvin, Protestant & Contemporary Thought, No solo demuestra que hay en general, un acuerdo entre las enseñanzas teológicas de Calvino y Tomás de Aquino, y que esos teólogos reformados que atacaron las enseñanzas de Tomás de Aquino en general eran felices de ser inconsistente con lo que realmente decía Tomas de Aquino. Vos señala que “los autores protestantes que he citado y otros como ellos constituyen una tradición. Y a un nivel muy generalizado, los autores modernos han confiado simplemente en escritores anteriores para armar sus opiniones, y pocos de ellos han estudiado realmente las obras de Aquino.”Donnelly, en su artículo “Calvinist Thomism” demuestra que es un hecho histórico que varios de los teólogos Reformados que fueron los más importantes para la formación, la articulación y la defensa, de la tradición reformada(hace mención de Teodoro Beza, Pedro mártir Vermigli y Jerónimo Zanchi) utilizan y dependen de los escritos y el pensamiento de Tomás de Aquino. Es más, Donnelly nos recuerda, que no solo son los reformados que utilizaron a Tomás de Aquino, sino también, teólogos luteranos tales como Juan Dorsch, quien escribió una obra de unas ochocientas páginas para demostrar que Aquino es un buen luterano.
¿Calvino interacciona con Aquino? La respuesta es afirmativa. En el primer libro de los Institutos, Calvino hace una declaración, que está influenciada por Tomás de Aquino, en cuanto al conocimiento de Dios como el fin último de la vida feliz/bienaventurada. También aprueba las distinciones de Aquino entre necesidad contingente y absoluta, el consecuente y consecuencia.Aparte de estas y de muchas otras doctrinas, notamos, en la afirmaciones de Calvino sobre la simplicidad divina, la inmutabilidad divina y la impasibilidad divina (que no hay emociones en Dios) la influencia de los grandes padres de la iglesia y, sobre todo, de Aquino (quien probablemente fue el mayor defensor de estos atributos divinos).
Con relación a Vermigli (formado en el pensamiento tomista-aristotélico, y respetado teólogo reformado desde su conversión al protestantismo en el año 1540 hasta su muerte en 1562 , fue admirado en los círculos reformados “por su santidad, prudencia y erudición”) Donnelly expone (1) que “sus autores favoritos eran Aristóteles y Tomás de Aquino”, (2) que, “al igual que Tomás de Aquino, él intenta incorporar Aristóteles a su sistema en la medida que es consistente con la Escritura”, y (3) que “Vermigli Está de acuerdo con Aquino más de lo que él reconoce”. Es un hecho bien conocido que Vermigli escribió un comentario sobre la Ética a Nicómaco, y enseño regularmente de los escritos de las obras de Aristóteles. McLelland, en su introducción al comentario de Vermigli a la ética a nicómaco, comenta que “Tal realismo moral se adapta bien a Vermigli, ya que acepta la psicología esencial y la metaética de Aristóteles y de Aquino.” Es de notar que Vermigli depende de Aquino en su comentarios sobre Aristoteles, pero esto seria una tarea demasiado larga para nuestro propósitos.
Sobre Zanchi, Donnelly es claro en afirmar que es el mejor ejemplo de un reformado tomista Donnelly señala que si bien Calvino nunca escribió un tratado sobre los atributos divinos, Zanchi siguió los pasos de Aquino escribiendo un enorme tratado sobre los atributos divinos. De hecho, “en aquellas áreas donde no había disputa entre romanistas y reformados (la doctrina de Dios, la Trinidad, la doctrina de la predestinación, las virtudes.), Zanchi sigue muy de cerca a Tomás”. Donnelly habla, finalmente, de aquellos escritos en los que Zanchi incluso utiliza Tomás de Aquino para refutar los errores de la Iglesia romanista.
¿El uso reformado de Tomás de Aquino y Aristóteles se detuvo con Juan Calvino, Teodoro Beza, Pedro Martir Vermigli y Jerónimo Zanchi? Donnelly señala que incluso los teólogos como Francis Turretin y los puritanos de Harvard, también fueron influenciados por el tomismo de reformados como Vermigli y Zanchi. De hecho, Donnelly observa que “Vermigli y Zanchi fueron leídos por los puritanos de Harvad donde los teólogos estaban aptos para citar a Calvino y Aquino” Muller, en un artículo que ya he citado, señala que Turretin utilizó a Tomás de Aquino, John Duns Scots y otros grandes teólogos escolásticos medievales, y que el poder normativo de la gran obra teológica de Turretin, “alcanza su amplitud y carácter integral mediante recursos consistentes. No solo Del pensamiento de los grandes Reformadores, sino del conjunto de la tradición Cristiana — y, específicamente, las definiciones y los paradigmas de los teólogos del periodo medieval”.Incluso Stephen Charnock, cuya obra sobre la doctrina de Dios es reconocida en todos los círculos protestantes, invocó a Tomás de Aquino y los escritos de los teólogos tomistas.
De igual forma, podríamos mencionar a los escritos de Herman Bavinck en el que se cita o alude a Tomas Aquino casi al igual que la Biblia, CS Lewis (que, sin ser un reformado, fue sin duda un gran apologista protestante), o ciertos teólogos protestantes contemporáneos como R. C. Sproul y Norman Geisler, que se les denomina teólogos evangélicos tomistas. Henry Thiessen, un teólogo arminiano, también apeló favorablemente a Tomás de Aquino.Thomas C. Oden, teologo Wesleyano y Arminiano, al menos en el primer volumen de sus tres volúmenes, sobre teología, se refiere más a menudo a Tomás de Aquino que a Wesley y Arminio juntos. De hecho, Oden va tan lejos como para decir que “el teísmo saludable, tal como lo sostienen Atanasio, Agustín, Anselmo, y Tomás, tiene una visión media entre estos dos extremos (la razón no puede saber nada o que la fe puede saber todo sin la razón) por eso podemos usar algunos modos modestos y autoconstrictivos de inferencia para hablar de la existencia de Dios”. Quizás también sería aceptable citar al famoso filósofo reformado Paul Helm, quien dijo sobre los escritos de Tomás de Aquino, en particular sobre la relación con la doctrina de Dios: “yo creo que no existe tal cosa como la ‘Doctrina Calvinista Clásica de Dios´. Esta “doctrina” no es otra que la doctrina cristiana dominante de Dios. Es lo mismo, más o menos con algunos detalles, de la expuesta por Agustín, Anselmo y Aquino -El equipo A- es decir, los tres teólogos cristianos formativos del período anterior a la Reforma”. Más tarde, Helm dice que “incluso la doctrina por la que Calvino es más conocido y a menudo injuriado, es decir, la predestinación, la tomó del equipo A, debido a que sostenía que lo que ellos creían era apostólico y dominante”.
¿Por qué usar a Tomás de Aquino y Aristóteles?
Antes de llegar a nuestra conclusión, cabe preguntarse por qué los teólogos de la Reforma han vuelto, con tanta frecuencia, a los teólogos escolásticos medievales para buscar sus definiciones, terminologías, argumentos, e incluso sus respuestas. Algunos querrán decir que se debió a la influencia del racionalismo cartesiano, que había comenzado a causar estragos en la teología cristiana. Muller, demuestra que este no es el caso. Por ejemplo, la teología de Turretin, fue escrita, en gran parte, para responder a las herejías que estaban siendo propagadas por los racionalistas. Entonces, ¿por qué los teólogos de la Reforma, utilizaron como principal ayuda para cuestiones doctrinales, a los teólogos de la escolástica medieval?
Muller sugiere que pueden encontrarse dos razones: (1) “ con el fin de debatir a los polémicos romanistas con su propia y sofisticada escolástica, tales como la del gran cardenal Bellarmino”.; (2)y lo que es más importante para nuestros propósitos, para el desarrollo de una teología de la Reforma que era a la vez completa y coherente: “En este tema [prolegómenos y teología fundamental] no fue tratado por Lutero, Calvino, o sus contemporáneos [con un par de excepciones]. Cuando la generación posterior de teólogos protestantes se acercaron al tema de la teología como una disciplina, de forma muy natural se deslizaron en los prolegómenos teológicos escritos por los grandes escolásticos: Tomás de Aquino, Duns Escoto, Durándus y Tomás de Estrasburgo”
Donnelly, ofrece tres razones para este fenómeno, coincidiendo con las dos razones sugeridas por Muller. Ellas son:la educación universitaria, en los primeros siglos de la reforma, todavía estaba basada en la filosofía de Aristóteles[62]; la controversia religiosa entre teólogos romanistas y teólogos reformados fuerza a los teólogos reformados a volver “a la categorías del pensamiento escolástico para así obtener mayores municiones después de que le dispararon fuera de su tiendas textos de prueba escriturales” entre más se esforzaban los teólogos reformados en desarrollar una teología sistemática, más se vieron obligados a utilizar las “actitudes, categorías y doctrinas escolásticas.”.
Podríamos resumir estos puntos con una sola noción, expresada por la frase, “si no está roto, no lo arreglen”. O, tal vez, “no tire el bebé junto con el agua del baño”. La teología no es como un cheque bancario. Un cheque de cajero con error, es basura. La teología, es un conjunto de doctrinas. Por lo tanto, podría compararse con una cesta de manzanas. Si nos encontramos algunas manzanas malas/podridas, las quitamos, pero conservamos el resto para nuestro propio uso y alimento. El hecho de que un teólogo no esté en lo cierto en su explicación de una o dos doctrinas no es una señal de que el resto de su teología sea mala. Uno puede estar en desacuerdo con el 20% de la teología de un teólogo, pero se puede usar el otro 80% que es bueno (o viceversa), y esto es básicamente lo que los teólogos originales de la Reforma hicieron con los escritos de teólogos escolásticos medievales, y específicamente con Tomás de Aquino.
Conclusión y Resultado
Si hemos logrado demostrar que los reformadores, al tratar de proporcionar la mejor explicación y defensa de aquellas mismas doctrinas que consideraban necesarias para la ortodoxia, utilizaron y dependieron de los escritos e ideas de Aristóteles y Tomás de Aquino, entonces, al parecer, se ha demostrado que con el fin de mantener la ortodoxia podemos también usar (es decir, tenemos el derecho de interaccionar con esos mismos escritos e ideas) e Incluso depender de los escritos y enseñanzas de Aristóteles y Tomás de Aquino para defender y articular esas mismas doctrinas. Al parecer, los teólogos reformados contemporáneos que parecen despreciar y criticar el uso evangélico y la dependencia de los pensamientos de Aquino y Aristóteles, deben arrepentirse y volver a las raíces de la Reforma. Se han olvidado de que los grandes teólogos de la Reforma pensaron que era necesario, para una defensa y articulación coherente de la teología de la Reforma, utilizar, enseñar y depender, de principios y doctrinas tomista-aristotélica.
El tomismo es, sin duda, una forma coherente con la teología reformada, y es esa forma de teología reformada que es más fiel al espíritu de la Reforma. La influencia de Tomás de Aquino y Aristóteles se puede ver en las obras de algunos de los teólogos Reformados más importantes, incluyendo, pero no limitado a, el mismo Juan Calvino, Vermigli, Beza, Zanchi, Turretin, Charles Hodge, BB Warfield, RC Sproul,… entre otros. Si nos fijamos en la educación de los primeros Pastores reformados, nos damos cuenta de que fueron enseñados (por los mismos teólogos reformados) en filosofía aristotélica y teología tomista. De hecho, la educación que recibieron se parece mucho más a la que se recibe en el Southern Evangelical Seminary que la que se da en cualquier otra escuela Evangélica contemporánea. En síntesis, el tomismo no requiere que uno se vuelva romanista. Por el contrario, los principales postulados metafísicos y epistemológicos del tomismo son, simplemente, verdades fundamentales sobre la realidad, cuya negación (como lo demuestra la historia de la filosofía, la teología y la apologética cristiana) nos empuja hacia el relativismo y la negación eventual de casi todas las doctrinas cristianas importantes.
Siglo XIV: separación de la filosofía y de la teología
En el siglo siguiente los franciscanos cobran importancia. De este período sus máximos representantes son Juan Duns Escoto llamado Doctor Sutil, y Guillermo de Ockham, para quien la inteligibilidad del mundo y, principalmente, la de Dios, serían firmemente cuestionadas; misma línea de pensamiento que sería continuada por sus sucesores y que daría por resultado la decadencia de la escolástica.
Juan Duns Escoto
Juan Duns Scoto (1266-1308), franciscano de origen escocés, llega a la idea de Dios: el Ser Infinito, como una noción alcanzada por vía metafísica; ésta, entendida por el franciscano en su estricto sentido aristotélico como la ciencia del ser en cuanto ser. Establece así una autonomía de la filosofía y la teología, pues es claro que cada una de estas disciplinas tiene su método y objeto propio; aunque para Escoto la teología supone desde luego, una metafísica.
Guillermo de Ockham
Pero será Guillermo de Ockham (1290-1349) el que lleve más lejos este desarrollo. Su famoso principio de economía, denominado «navaja de Ockham», postulaba que era necesario eliminar todo aquello que no fuera evidente y dado en la intuición sensible: «El número de entes no debe ser multiplicado sin necesidad».
En el acto de conocer hemos de dar prioridad a la experiencia empírica o «conocimiento intuitivo», que es un conocimiento inmediato de la realidad (particular), ya que si todo lo que existe es singular y concreto, no existen entidades abstractas (formas, esencias) separadas de las cosas o inherentes a ellas. Los universales son únicamente nombres (nomen) y existen sólo en el alma (in ánima).
Esta postura, conocida como nominalismo, se opone a la tradición aristotélico-escolástica, que era fundamentalmente realista. Los conceptos universales, para Ockham, no son más que procesos mentales mediante los cuales el entendimiento aúna una multiplicidad de individuos semejantes mediante un término. El nominalismo conduce a afirmar el primado de la voluntad sobre la inteligencia. La voluntad de Dios no está limitada por nada (voluntarismo), ni siquiera las ideas divinas pueden interferir la omnipotencia de Dios. El mundo es absolutamente contingente y no ha de adecuarse a orden racional alguno. El único conocimiento posible ha de basarse en la experiencia (intuición sensible). La teologíano es una ciencia, ya que sobrepasa los límites de la razón: la experiencia. Después de Ockham, la filosofía se separará de la teología y la ciencia comenzará su andadura autónoma.
No se preocupa por lo que es el movimiento sino por cómo funciona el mismo. Éste y otros autores son los precursores de Galileo Galilei.
Segundo escolasticismo
Todavía, sin embargo, tendrá el escolasticismo una renovación de carácter renacentista que surgirá en los siglos XV y XVI con España como centro principal, y la cual estará particularmente asociada a las órdenes dominica y jesuita.4 Este escolasticismo tardío tendrá en el jesuita español Francisco Suárez (1548-1617) uno de sus máximos exponentes. En la obra más importante de éste, las Disputaciones metafísicas (1597), escrita en latín, se resume y moderniza toda la tradición escolástica anterior y se sientan las bases del iusnaturalismo o derecho natural de Hugo Grocio. Su obra, fecunda en inspiraciones ulteriores, fue muy influyente a lo largo del siglo XVII y XVIII y todavía se pueden encontrar ecos de ella en Hegel e incluso en Heidegger. Si bien continúa la tradición aristotélica de la filosofía española, añade elementos del nominalismo.
Así, para Suárez la distinción entre esencia y existencia es solamente una distinción de razón y de hecho cada existencia tiene su propia esencia. Sólo Dios, en tanto que ser en sí, es capaz de percibir la distinción en el ser en otro, es decir, las criaturas. El cógito de René Descartes surge de la noción suareciana de sustancia espiritual creada, que razona por intuición. También la mónada de Gottfried Leibniz (1646-1716) proviene de esta noción. La distinción entre esencia y existencia como distinción de razón (el concepto de sustancia de Baruch Spinoza) también tiene su origen en la filosofía de Suárez, y el sujeto trascendental de Kant se inspira en la noción de analogía de atribución manejada en esta tradición escolástica.
Neoescolástica
En el siglo XIX se produce un resurgimiento de la escolástica denominado «neoescolástica» y en el siglo XX surgirá un «neotomismo», cuyas figuras más representativas fueron Jacques Maritain y Étienne Gilson. Ambos contribuyeron a difundir el tomismo en la cultura laica. Merecen destacarse también Désiré Joseph Mercier, Desiderio Nys, A. Farges, Tomasso Zigliara, Fernand van Steenberghen, Leo Elders, M. Grabmann, Armand Maurer, Charles de Koninck, James A. Weisheipl, Jean-Pierre Torrell, Josef Pieper, Pierre Mandonnet, A. D. Sertillanges, Reginaldo Garrigou-Lagrange, Odon Lottin OSB, Gallus M. Manser, Cornelio Fabro, John F. Wippel, etc.
El balance del tomismo en el siglo XX es muy positivo. En este siglo merece destacarse la labor que han realizado los dominicos españoles. Además de los ya citados destacan: Victorino Rodríguez, Santiago Ramírez, Guillermo Fraile OP y Teófilo Urdánoz (autores de Historia de la Filosofía, BAC), Quintín Turiel y Aniceto Fernández. En la actualidad continúan enseñando la filosofía de Santo Tomás: José Todolí, Juan José Gallego, Jordán Gallego, Vicente Cudeiro, Armando Bandera, Marcos F. Manzanedo, Mateo Febrer, Vicens Igual y Juan José Llamedo. Uno de los filósofos más importantes de los dominicos fue el español Abelardo Lobato, que llegó a ser rector de la Facultad de Teología de Lugano (Suiza).
También el jesuita español Ramón Orlandis Despuig, fundador de la Schola Cordis Iesu (1925) e inspirador de la revista Cristiandad (1944), quien formó a Jaume Bofill i Bofill y a Francisco Canals Vidal, con quienes se empezó a conocer la Escuela tomista de Barcelona.
Han sido muchos quienes han contribuido al florecimiento del tomismo: Ángel González Álvarez, Leopoldo Eulogio Palacios, Carlos Cardona y su discípulo Ramón García de Haro. Asimismo, Antonio Millán-Puelles, Osvaldo Lira, Leonardo Castellani, Julio Meinvielle, Francisco Canals y la escuela tomista de Barcelona, Juan Vallet de Goytisolo, Jesús García López, Mariano Artigas Mayayo, Luis Clavell Martínez-Repiso, Ángel Luis González, Miguel Ayuso, Rafael Alvira, Rafael Gambra Ciudad, Tomás Melendo, Eudaldo Forment, Armando Segura, Luis Romera, Alfonso García Marqués, Patricia Moya, y Javier Pérez Guerrero.
En Argentina sobresalen Tomás D. Casares, Octavio Nicolás Derisi, Alberto Caturelli, Juan José Sanguineti, Juan Alfredo Casaubón, Ignacio Andereggen, Juan R. Sepich (en su primera época), Guido Soaje Ramos, el jesuita Ismael Quiles y el dominico Domingo Basso, entre otros.
Comentarios
Publicar un comentario
Aporta !